jueves, 27 de agosto de 2009

Ella duerme


¿Dónde estás? Cuando el cielo como un manto azul te envuelve y encuentra un lugar para vos junto a la estrella más brillante.

¿Dónde estoy? Cuando en la soledad de la noche me dejas expectante aferrada a tu ausencia.

Ella duerme y yo la contemplo, le robo ese instante sin que lo note, preservando la desnudez más íntima, esa que la deja indefensa ante la mirada invasora que intenta arracarle parte de su juego somñoliento, sus ojos cerrados como dos persianas blindadas me niegan la entrada a ese mundo interior en el que navega -perdida entre tinta china y carbonilla- dibujando en las sábanas los sueños que se le escapan durante el día. La abrazo sin dañar esa inocencia crepuscular que la circunda, ajena como estoy a esa realidad que teje apasiblemente, entre ronroneos y sonrisas, e intento aferrarme a su cuerpo, el único testigo de sus estremicimientos y el culpable de los míos.

Recalo en su boca, desafiante fruto maduro que invita al delirio, la moldeo a la mía, la aprisiono entre mis labios y la dejo escapar, para volver a iniciar el ritual una y otra vez hasta beberlo todo, y aún así, nunca es suficiente. Anhelante y con los sentidos perturbados por su belleza sostengo esa vigilia que me esclaviza y de la que, sin embargo, no pretendo escapar.  

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