martes, 12 de julio de 2011

Exilio


Esa noche vagaba sin rumbo, la ciudad estaba casi apagada y el silencio,
sobre todo el silencio…
Arrastrando los pies, negando la mirada al otro,
intento de separación,
es el gesto inútil de la armadura al nivel de la piel,
postergaciones del ser, olvido, y renuncia del nombre propio para invocar al amor,
estirar la noche, alargar la mano vacía,
Y arrojar la llave

Nadie espera ver florecer un manto blanco después de la tormenta
la lluvia cae y alimenta – sin saber – una esperanza
¿cómo puede un jazmín embriagar con su perfume a un corazón que busca su exilio?
Marcha solitaria, pesada y sin retorno
Pero aunque no esperaba (síntoma inevitable del derrotado), encuentra
Y halla en medio del páramo el principio del renacer,
contempla la vida que hay en esa mínima expresión

Duda sobre el destino de aquella flor
Si la lleva consigo, podría condenarla;
si la deja en el medio del camino, podría perderla
se acerca, la rodea con sus manos sin tocarla,
y recostada a su lado, elige su destino
Detener el tiempo para que nada se marchite
yacer ahí y transcurrir,
sobre todo transcurrir…

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